
Sus primeros pasos musicales en Santiago (debutaron en 1987, en el Centro Cultural Mapocho) fueron más bien un “reconocimiento de terreno” pues los músicos no se concentraron sólo en la banda, sino que también en derroteros profesionales individuales. Roberto Lindl se integró un tiempo como contrabajista de la Orquesta Sinfónica Juvenil, y Álvaro Henríquez estrechó lazos con círculos de teatro (a través de los cuales llegó a participar del histórico montaje de Andrés Pérez para La Negra Ester). Uno de sus primeros encargos en conjunto fue el de musicalizar la obra Y Warhol (1988), de la compañía Teatro Provisorio, para la cual concibieron un set inspirado en lo que ese pintor pop había trabajado en Nueva York con los Velvet Underground.
El impulso definitivo para el trío vino con la incorporación del guitarrista Ángel Parra, un músico con una dilatada preparación instrumental (con estudios en París y California) y excepcionales vínculos creativos a través de su familia (es nieto de Violeta Parra; y su padre, hermana, y varios tíos y primos han destacado en la música), que hasta entonces había trabajado en el circuito jazz. “Sabíamos que había ene puntos de encuentro. El suyo es un estilo que habla por sí solo. Solos como el de ‘Un amor violento’ son cosas que ya teníamos integradas, pero que el Ángel sabía hacer mejor”, explicaron más tarde. Con un nuevo guitarrista a bordo, ya no había excusas para la intermitencia. Aunque el nombre ya no era matemáticamente certero, Los Tres se ajustaron a partir de entonces como un grupo de grandes objetivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario