jueves, 6 de noviembre de 2008

los primero disco

La cotización del rock chileno apuntaba entonces a la baja, y las pocas bandas en funcionamiento (Parkinson, Anachena, La Ley) mantenían todavía un cierto carácter underground. Los malos recuerdos del fin del llamado “boom pop” de los años 80 hacían que ningún rockero local se atreviera a considerar la música como una profesión en serio. De hecho, el primer disco de Los Tres —presentado oficialmente el 4 de septiembre de 1991, en el restaurante “Le Trianon”— tomó un tiempo largo en ser tomado en cuenta por los medios, y eran los campus universitarios y uno que otro pub los únicos lugares en los que la banda podía mostrar su música. Muchos de los temas del álbum eran composiciones trabajadas por los penquistas durante su adolescencia, y que ya afirmaban el eje creativo que predominaría en adelante: Henríquez y Lindl en los créditos de composición musical, y Álvaro como único letrista. La delicadeza en la fusión de rocanrol, jazz y pop contenida en ese disco no podía mantenerse como un secreto por demasiado tiempo más. Primero el comentario de boca en boca, y luego el apoyo sistemático de la naciente radio Rock & Pop —que ubicó antes que ninguna otra el tema “La primera vez” en su parrilla regular— fue convirtiendo a Los Tres en un nombre popular. La difusión de “Somos tontos, no pesados”, “He barrido el sol” y, sobre todo, “Un amor violento” puso al grupo en el camino definitivo del éxito.





Pasaron de Alerce a Sony Music, y publicaron entonces su primer disco con presupuesto profesional. Para Se remata el siglo (1993) Los Tres contaron con un productor extranjero (el argentino Mario Breuer) y hasta un asesor de imagen. El lanzamiento del álbum, en la discoteque “Oz”, tuvo carácter de acontecimiento social. Más rudos que los de su debut —llegaron a citar a AC/DC como una de sus influencias de entonces—, los temas “No sabes que desperdicio tengo en el alma” o “Feliz de perder” sonaban como los de ningún otro grupo entonces en el país. Aunque fue el disco que facilitó el paso de Los Tres a un estatus masivo, los integrantes de la banda dirían más tarde que nunca quedaron conformes con la producción de Breuer: “Se nos hizo muy raro trabajar con un tipo que pretendía lograr una media entre nosotros y La Ley”.







Los Tres lograron cada vez mejores discos en la medida que fueron tomando el control completo de su música. La espada y la pared (1995) fue el resultado de un enfoque más seguro, en el cual la banda aseguró un sonido emancipado al fin del de sus inspiradores. Aunque el disco contenía canciones que serían cumbres de su repertorio (“Déjate caer”, “Tirate”, “Te desheredo”), eligieron presentarlo con un tema ajeno, y no podrían haber ideado mejor estrategia. “Tu cariño se me va” era una vieja canción de Buddy Richard, que la banda volvió a grabar con énfasis rockero y el propio autor (ausente hacía años de los medios) compartiendo micrófono con Henríquez. El experimento funcionó maravillosamente.

El single no salió de las parrillas radiales por varios meses, pero además ayudó a que Los Tres cruzaran desde su inicial seguimiento juvenil hacia el favoritismo de un público amplio. Además, instalaba de modo contundente su filosofía de trabajo musical como parte de una tradición que agitaba el presente sin dejar de mirar al pasado. La suya era una aproximación chilena al rock, que se atrevía a ubicar en un mismo lugar de reverencia a los Beatles, Buddy Richard, Elvis Presley, Violeta Parra y The Smiths.





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